martes, 16 de enero de 2007

Cosas de Hoy



Hoy, sin querer, ya sea por el azar o por la somnolencia acumulada, me he levantado por el lado contrario de la cama. Cuando he empezado a caminar he notado, de repente, que lo estaba haciendo a contracorriente del mundo. Y cuando la nostalgia me ha invadido al sentirme incapaz de remediarlo (hay que tener en cuenta que el mundo es más grande que yo y por lo tanto más fuerte, como para ponerme a discutir con él), aparece delante de mi aquella esquina que doblo todos los días, la que espero siempre impaciente, como un niño a la espera de un juguete en la víspera de Reyes, con las manos abiertas y palmas hacia arriba -cuyas líneas entrelazadas conducen a la nada, porque aún no aprendo a leer entrelíneas-, para recibir lo que trae cada 23 horas, porque hay una hora, “la inconformista” que no se dedica a pensar en ello y aún rehúsa a hacerlo.

Pues mi esquina es tan precisa como impredecible y, aunque muchas veces trate de engañarla (como por ejemplo: caminando de espaldas, cerrando los ojos para no verla, e incluso tapándome la nariz para que al dejar de respirar el tono azulado de mi piel la confunda), siempre me pilla, porque ella es más lista.

Y precisamente hoy, con la incertidumbre aumentada por la contrariedad, mis pasos han sonado más temerosos al cruzarla, con el nerviosismo típico de saber que, cuando te invade la duda, ésta permite que el simple acto de abrir una caja de bombones sea tan terrorífico que al hacerlo, tengas la certeza de que lo que encontrarás dentro de ella serán arañas.

Entonces, cuando llega tan altiva y descarada, como siempre, y te entrega tu dosis diaria de vida, con la consabida bofetada de “Buenos Días”, te das cuenta que el vaso deja de estar “medio vacío”, y lo que tienes ahora es “medio vaso lleno…de aire”; y que cuando se cierra una ventana, no importa en que lado de ella estés, siempre se abre una puerta, otra ventana, o cualquier otro tipo de espacio desocupado en el interior de una pared. Simplemente algo por donde volver a salir o volver a entrar o en su defecto, vislumbrar el sol y poder respirar.

Pues es así, la vida está construida con este tipo de materiales y con lo cara que está la vivienda en estos tiempos, no estamos como para andar pidiendo acabados de lujo.

En fin, ¿qué puedes decir cuando tu regalo de hoy ha sido un repuesto “atestosteronado”, simulacro de placer, artilugio apetecido por muchas, pero renegado por tantos?
El futuro del pobre ser masculino, relegado a una simple función de utilidad, queda plasmado en 16,5 cm de latex, baterías incluidas.

4 comentarios:

Nacho Sánchez dijo...

Si nos resumís ha 16,5 cmtrs de látex, no olvideis, al menos, tirar mi cerebro, mis apuestas orejas, y mis gemelos musculados de años de fútbol a reciclar, quizá alguno los pueda aprovechar, o alguna.Por cierto mis medidas sobrepasan tanto en altura como en grosor; el deporte incrementa músculo.

Anónimo dijo...

chevere tu blog, a ver cuando coincidimos en tu tierra

Anónimo dijo...

Espero que esa esquina esconda muchas cosas bonitas todos los días...

pun

Anónimo dijo...

fui a los bosques por que queria extraer todo el meollo para no llegar a la muerte sin saber que no habia vivido