lunes, 13 de abril de 2009

AUTO CATARSIS y un poquito más cada día


Se despertó deseando ser la foto de una foto de atrás,
de esas ajenas,
de besos robados,
de agua con sal.

De postales rojas con tranvías desahuciados recorriendo callejuelas empedradas, que le llevaban a la eternidad de su cuello, buceando entre rincones perdidos y perfumados con olor a ropa mojada; y mordiendo el (sin)sabor de un café con leite arrinconado entre sus labios.

Se despertó deseando no ser más la sombra de la sombra de lo que un día fue, no ser aquel rastro dejado en la piedra, uno de tantos, que marcaban sus dedos blancos recorriendo las fronteras de su piel, al compás de aquella danza recortada sobre paredes de arena.

Se despertó en medio de un frío mar de noviembre… ¿o de mayo quizás?, de algún continente lejano, desierto ya de noches y de abrazos, con su pequeña alma aspirada al final de aquella luna menguada y con agujetas en los pies.
Se despertó con esa ausencia seca de palabras en los ojos, deseando ser el sueño de aquel sueño que nunca ...

HOMENAJE A GRANDES ESCRITORES PARTE IV


RUIDO (Joaquín Sabina)

Ella le pidió que la llevara al fin de mundo,
él puso a su nombre todas las olas del mar.
Se miraron un segundo como dos desconocidos.
Todas las ciudades eran pocas a sus ojos,
ella quiso barcos y él no supo qué pescar.
Y al final números rojos en la cueva del olvido,
y hubo tanto ruido que al final llegó el final.

Mucho, mucho ruido, ruido de ventanas,
nidos de manzanas que se acaban por pudrir.

Mucho, mucho ruido, tanto, tanto ruido,
tanto ruido y al final por fin el fin.
Tanto ruido y al final...
Hubo un accidente, se perdieron las postales,
quiso Carnavales y encontró fatalidad.
Porque todos los finales son el mismo repetido
y con tanto ruido no escucharon el final.

Descubrieron que los besos no sabían a nada,
hubo una epidemia de tristeza en la ciudad.
Se borraron las pisadas, se apagaron los latidos,
y con tanto ruido no se oyó el ruido del mar.