martes, 9 de enero de 2007

Santidad


¡¡Tú eres mi dios!! (o diosa en este caso), sentenciaste un día, así sin consultarme ni nada, poniendo sobre mis hombros tan pesada responsabilidad.

Ni siquiera me diste la oportunidad de ser un aprendiz…de mago, de esos sin varita que se divierten y aprenden de sus errores. Me condenaste directamente a morir en “olor de santidad” sin que te dieras cuenta que la santidad es inodora e incolora.
Y así me quedé yo, ¡¡Tan monocroma!! Tan mona!! Y entonces, a ritmo de luz inquieta, el agua buscó la sal y la sal demandó la arena y yo sigo agua-rdando... y esta maldita amnesia que no llega…

No hay comentarios: