jueves, 4 de enero de 2007

Carta a un amigo desconocido


Este texto es parte de la correspondencia que mantengo con un "conocido amigo desconocido", la reproduzco aquí porque es una de las que más me gusta, con tu permiso "Hombre_que".




Entre prisas cotidianas, cafés con leche y estrellas errantes, se me van las horas del día y de la noche y con ellas los días de la semana, que por suerte ésta me ha llegado completa, con sus siete días, todos perfumaditos y arregladitos con una flor en el ojal, vestidos como para alguna ocasión especial, lástima que no la tenga (pero ellos aún no se enteran de la futilidad de su apariencia). Y hago hincapié en la totalidad de los días, porque últimamente mis semanas se componían de seis o menos de ellos, algunos de los cuales me llegaban ya rotos, de antemano, y era inútil repararlos (generalmente el domingo, supongo que por el trajín del viaje y llegar al último, o por las resacas de agobios, que es lo que les gusta beber a los días), otras veces no se si eramos yo y mi cabeza loca las que los perdíamos por el camino, y a su vera, sin darnos cuenta; incluso he llegado a pensar seriamente, que era el rácano del tiempo quien intentaba burlarse de nosotras colándonos menos horas en su repartición de bienes diario.

De lo que si estoy segura es de que muchas veces la vida te viene en pequeñas dosis de colores efervescentes y en caja de doce unidades, como las aspirinas, para mitigar dolores o cefaleas imaginarias. Y es que esta semana, no la que nace, sino la que fue, los colores de mi paleta vacía, han sido protagonistas absolutos de mis días.

A saber:

Los cielos dejaron de ser grises y dieron paso a un azul despejado de figuras blancas metamorfoseándose al contacto con el viento y con la imaginación.

El gato negro aquel que te envié (y que espero te haya llegado bien), se ha mudado de vecindario y tiene nuevos amigos y vecinos, ha protagonizado una historia y ahora, con su complejo de “superstar” y su gran ego de papel, no dejan de darme la lata, vaya agobio!! ya veo porque se me emborrachan los domingos.

Las miradas furtivas de un verde profundo que hipnotizan los días de biblioteca ¡Cómo me gustan las pupilas de aceitunas!!

El rojo de la flor que se refugia en el ojal de mis días, o el marrón cobrizo de las hojas suicidas que, en otoño, abrazan la ciudad.

Además, la casualidad hace que te reencuentres con la felicidad pasada, detrás de un camión amarillo, te tomas un café con ella, e intercambias imágenes del ayer, como dos niños intercambiando cromos para completar lo que le falta a su álbum, mientras en el fondo del bar el “Still got the blues” de mister Moore inunda tus oídos e irrumpe a modo de banda sonora del momento.

Pues en fin, supongo que la vida te regala sus "día a día" de colores, o para que los colorees tú mismo, por números, y que el tiempo corre más que nosotros, y mientras lo seguimos, para intentar pillarlo, nos arroja manzanas, no de las de oro, sino de conciencia y nos hace ver que no somos más que una parte de su maravillosa colección de pequeñas células temporales, con tic-tac y cu-cú incluidos, donde lo único atemporal es la memoria, y sus colores…

Un abrazo desde mi arco iris personal

1 comentario:

Anónimo dijo...

insuperable